Uno de los aspectos más importantes en el control de
los incendios forestales es el sistema que permita localizarlos antes de que
tengan ocasión de extenderse.
Las patrullas forestales con base en tierra y las
torres de vigilancia han sido, en gran medida, desplazadas por aeroplanos o
helicópteros que detectan los incendios, determinan su localización en el mapa
y vigilan su desarrollo.
Los fuegos de suelo, una vez declarados, son difíciles
de extinguir. Cuando la capa de humus no es muy profunda, es posible apagarlos
con agua o arena. En la mayor parte de los casos, no obstante, se controlan
excavando zanjas a su alrededor y dejando que se extingan por sí mismos. Los
fuegos de superficie se limitan limpiando el área adyacente de vegetación baja y
restos, o haciendo cortafuegos de emergencia para confinar el área. Los fuegos
de corona son difíciles de extinguir. Se puede dejar que lo hagan por si
mismos, pueden ser detenidos con agua, o limitarse por medio de contrafuegos.
Las áreas de contrafuego se crean quemando con cuidado una franja de bosque a
sotavento del incendio para que cuando el fuego llegue al área quemada no pueda
ir más allá.
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